Un año más, nuestro amigo Pedro Cusó nos preparo con su habitual maestría,la típica Calçotada de nuestro Club, siempre con la colaboración de Monbus, que ya se ha convertido en nuestro sponsor transportista del siglo, y como no Can Amat que es nuestro punto de referencia anual.
Destacar que este año se han añadido a nuestro Club, bien añadido Fernando Maymó, el otro, más que añadido, se ha reincorporado, ya que fue uno de los fundadores del Club, pero por razones laborales no podía participar en nuestros encuentros, bien regresado Josep Maria Vila.
Los calçots sabrosos como siempre, variedad de porrones para todos los gustos, las torrades y, aquel sol que siempre nos acompaña, incluso, como fue este año, con un despertar frío y nublado, pero al llegar a Can Amat, el sol está puntual a nuestra cita.
Destacar que este año se han añadido a nuestro Club, bien añadido Fernando Maymó, el otro, más que añadido, se ha reincorporado, ya que fue uno de los fundadores del Club, pero por razones laborales no podía participar en nuestros encuentros, bien regresado Josep Maria Vila.
Tras la degustación de calçots que, este año estuvo adobada con una cata de chuletón a la brasa, dirigimos nuestros pasos al Rebost, a servirnos unas cuantas delicatessens y formar los típicos corrillos de conversaciones varias, mientras aguardamos la hora de sentarnos a la mesa.
Este año compartió su mesa con nosotros el Sr. Bejar alma matter de Can Amat, de aquella casa que hoy os contaré parte de su historia, creo que con los años que llevamos, la tenemos casi, casi, como una parte de nuestro Club.
Una vez en la mesa, nos fueron servidas las verduras de la huertas, ensalada, sin que faltaran les butifarres y la panceta.
Durante la comida fueron varios los discursos (breves) por parte de nuestro organizador, rematado por el de nuestro Presidente que recordo a aquellos amigos que nos dejaron y que especialmente en estos actos encontramos en falta.
Finalizado el almuerzo, retornamos el camino de regreso a casa.
Video de la calçotada (Producciò Cova Gran)
Video de la calçotada (Producciò Cova Gran)
Historia de Can Amat
Una casa señorial con orígenes de finales del siglo XIX. Constituía la residencia de los propietarios de una finca agrícola de más de 200 hectáreas destinadas preferentemente al cultivo de la uva.
La «casa solariega» experimentó varias ampliaciones y remodelaciones durante el primer tercio del siglo XX. Alguna de ellas desechada, como la propuesta del conocido arquitecto Salvador Valeri Pupurull, de tendencia claramente modernista y de la que se conservan interesantes dibujos.
A finales de los años sesenta, cuando la finca, propiedad en ese tiempo de la familia Ribot, pasó a ser zona urbanizada y residencial y comenzó con una carrera gastronómica.
Can Amat Espacios es significado de Paraíso, una extensión de terreno de 100.000 m2 y con más de veinte variedades de hierbas medicinales, árboles centenarios, etc. Como por ejemplo la encina de la entrada al recinto, que está considerada una de las más grandes de Cataluña y que algunos expertos la datan en el siglo XIII.
Un lugar perfecto para la realización de cualquier tipo de evento, ya sea profesional como personal. El entorno permite disfrutar de un marco natural incomparable a solamente 20 minutos de Barcelona por la autovía A2, justamente cerca de la factoria Seat.
La vegetación que rodea la finca son árboles de más de 700 años: encinas, robles, palmeras, laureles, pinos, almeces, etc. Más de 20 especies aromáticas y medicinales autóctonas que conviven con doce tipos de aves y mamíferos diferentes.
LA HISTORIA DE UNA FAMILIA
Es una masía señorial que fue fundada en el año 1600.
En el invierno del año 38 al 39, es requisada por el señor: «Lister», «El campesino» en su huida hacia Francia. Su estancia en la finca es de 3 meses y medio escondiendo para refugiarse y ocupando las habitaciones principales con su estado mayor, en una de las paredes del actual salón modernista en las que ya existían algunas de sus pinturas. Uno de sus soldados aficionado a la pintura añade un bastón en uno de los angelitos y una garrafa de vino y un vaso pintando la nariz de rojo que aún se conserva en perfecto estado.
Todas las casas, tenían símbolos exteriores de identificación: “La Encina». En su parte principal posee un bello ejemplar, para identificarla como casa de acogida para los transeúntes que por aquella época transitaban por la zona. La encina es uno de los ejemplares más bellos y antiguos de Cataluña, que según los estudios realizados, se considera casi milenaria.
La fachada principal, está orientada a la montaña de Montserrat. Tiene dos relojes de sol con una inscripción que dice: «Yo sin sol y tú sin hacer, Ambos no somos nada».
Todas las habitaciones contaban con baño y bañera de cerámica. La mina y red de agua, son dignos de admiración y estudio por lo avanzado de su época.
Toda la propiedad se transforma en urbanización a finales de los años 60 la piscina y “solarium», es hoy en día un salón denominado de verano. Su capilla está cerrada al culto, siendo su patrón «San Jorge». Sus cocinas, eran “cobieles de vi» hechos de cerámica.
El salón “Celler”, es hoy en día un salón rústico catalán, destacando sus armaduras trabajadas en madera de Melis. Se conserva su estructura original, aunque sufre algunos cambios para su adaptación a las funciones que cumple cada día.
Casa de labradores fechada en el año 1600, la última reforma data 1929 realizada por el abuelo Ribot. Can Amat, tuvo su gran época de auge. Mediante la exportación del principal producto de la comarca «el vino», promovió gran riqueza para toda la comarca. El agua, importantísima para el desarrollo de la zona, provenía de una preciada mina acuífera, que hoy todavía existe y la que otorgaba vida y fortaleza en viñedos y otras plantaciones. Esta se encuentra dentro de la actual propiedad de Can Amat.
En la propiedad que hoy se conoce por Can Amat, existían cinco viviendas habitadas por “masovers”, los cuales se encargaban del cuidado de las tierras y de la mansión. La curva ascendente del proceso de esta gran mansión, se ve rota por la devastadora plaga de 1860, «la piloxsera».
Provocó el abandono de tierras y propiedades a la investigación, por parte de sus habitantes, de la recuperación económica en la gran urbe (Barcelona). La mansión de Can Amat, quedó totalmente abandonada hasta 1920, cuando el Sr. Cepillo, padre de D. Josep Ribot Diez, la reformó por completo y la habitó hasta nuestros días.
Sin que antes sufriera una nueva plaga, la revolución industrial, en los años 60 provocó la migración, que fue la última destrucción de aquella esplendorosa riqueza. Importante a destacar de esta sobria mansión, es la vinculación existente con la familia Diez, de importante influencia dentro de la burguesía barcelonesa, mediante la unión matrimonial de las dos familias.